Por influencia del rock, el cine y los comics, desde niño me vi atraído por las imágenes de terror y sangre al punto de volverme un fanático de todo aquello que oliera a forense y realizar reiteradas visitas al SEMEFO en diferentes etapas de mi formación académica. Y es que en aquella época pre-internet y pre-piratería parte del placer consistía en la búsqueda, es decir, el tener acceso a una imagen macabra tenía un precio que había que estar dispuesto a pagar. Ahora basta con prender el televisor o dar un click para que el morbo que todos teníamos dentro fluya sin el menor costo o esfuerzo, si embargo, antes era un poco mas difícil el estar de cara a cara con imágenes (y experiencias) extremas, se tenía que ir a maratones de cine en las madrugadas o comprar periodismo amarillista para poder tener acceso a imágenes que pudieran satisfacer nuestra fascinación por el cadáver, aquello que Louis Vincent Thomas denominaría como la imagen concreta de la muerte.
Con el tiempo, la búsqueda constante de imágenes cada vez mas extremas rindió frutos, llegando a estar expuesto a dos obras que resultaron ser realmente perturbadoras y cambiaron mi percepción de ver la realidad, siendo (¿casualmente?) España el centro de origen de dichas obras. La primera de ellas fue el cortometraje de necrofilia explícita Aftermath del director Nacho Cerdà (1994), y la otra película fue Bilbao de Bigas Luna (1978), cuya perversión oscura me recordó las obsesiones de George Bataille en su libro La historia del ojo. Debo decir que la pornografía es algo que no consumo y que nunca me llamó realmente la atención (salvo las clásicas revistas o películas pornográficas que vi durante la secundaria), así, lo que me impactó de ambos filmes no fue la violencia per se, sino la mezcla de patologías sexuales en un ambiente oscuro y sombrío.
Aftermath (Dir. Nacho Cerdà, 1994)
Bilbao (Dir. Bigas Luna, 1978)
Aunque ya conocía en parte la obra del Miguel Ángel Martín (España, 1960) por su Brian the Brain y su mas extremo Anal Core, debo decir que la recopilación Total OverFuck (España, 2010) me perturbó como hacía años que no me pasaba. El autor se enfoca en mostrarnos que el exceso actual de estímulos nos obliga a ir cada vez mas lejos para encontrar la satisfacción, descubriendo con cada viñeta que el límite del horizonte dependerá solamente de nuestra imaginación. El trazo de Miguel, como siempre, es encantador, limpio...casi puro. Una vez mas agradeceré a Miguel Ángel Martín por crear un comic que pueda tener tanto impacto en la forma de pensar el terror y estoy seguro que Total OverFuck será una piedra angular en cuando a la forma de expandir la realidad en papel.
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