sábado, 26 de julio de 2008

Mi inocencia con Charles Burns y Jaime Hernandez

A los 12 años de edad yo tenía ya un ritual que consistía en acompañar a mi mamá cada miércoles por el pan antes de irme a la escuela, el motivo: comprarme a primerísima hora el nuevo capítulo de El Hombre Araña (revista que por esos años publicaba Novedades Editores). La mañana del 18 de enero de 1984 no sería la excepción. Cursaba yo el sexto grado de primaria.


Antes de salir de la escuela, interrumpió la maestra la clase para regañarnos, y yo aburrido de escuchar los mismos regaños cada semana saqué mi revista del spidey. Escondí la revista en un libro, sin embargo al descubrirme la maestra de inmediato me arrebató la revista y la rompió en cuatro partes, y claramente recuerdo que no me afectó tanto el que la rompiera (la compré de nuevo a la salida) sino lo que me impresionó fué que la portada de ése número estaba casualmente dividida en cuatro viñetas (ver imagen siguiente), no podía yo creer tanta casualidad.


Portada: Keith Pollard y Pablo Marcos

Tuvieron que pasar casi 25 años para ver ese momento de mi vida reflejado en un comic de Charles Burns (y después en uno de Jaime Hernández), pues como se menciona en un blog de uno de sus fans: "sus comics son tan personales, tan profundamente basados en la niñez, la adolescencia, la nostalgia". Además la coincidencia de la viñeta de Burns es que años despues del incidente...yo cursé la carrera de biología! (en el comic de Hernández la historia ocurre durante la clase de ciencias).

Charles Burns (2007), en: BIG BABY. Fantagraphics


Jaime Hernandez (2003), en DICKS AND DEEDEES. Fantagraphics

Epílogo: Como castigo la maestra me dejó leer el Lazarillo de Tormes, pero como nadie tenia dicho libro una compañera se ofreció a prestarmelo, pues su mamá tenía una librería. En efecto me prestó el libro...pero solo por una tarde, pues su mamá no debía de darse cuenta, además tampoco debía yo decirle a la maestra pues regañaría tambien a mi compañera. Obvio no me dió tiempo de leer el libro en una tarde y a la hora de exponer el recibí una regañiza, la maestra me recordó que como era posible que si leyera al hombre araña pero no la tarea. Sobra decir que yo no delaté a la compañera y que ella se quedó callada mientras yo recibía el castigo.